1) El abrazo de los viejos.
2) El festejo de mis mascotas al llegar a casa. No importa si llego de mal humor, si me olvidé de darles de comer, si no los saqué a pasear. Siempre es un festejo que carga de energía.
3) Las reuniones en familia. No hablo de esos cumpleaños donde hay cuarenta personas y frecuentas con diez. Digo, los momentos más íntimos. Donde te encontras plenamente en confianza. No hay lugar como casa.
4) Ayudar a alguien. Con este punto me pasa algo muy particular. Cada vez que hago algo por el otro, la recompensa termina siendo para mi. El sentimiento que me queda de que pude dejar mis cosas de lado para darle una mano a alguien en lo que necesite.
5) La calidez de la gente. Esos vecinos del barrio, que todos los días, a la misma hora pasas caminando y te saludan con una sonrisa.
6) Los abuelos. Sus comidas, sus anécdotas. Sus grandes experiencias que nos deleitan.
7) Amigos. En las buenas, pero sobretodo en las malas.
¿Cuánto dinero se necesita para esto? ¿Cuánto poder? Ninguno. No es una novedad que la belleza de las cosas está en su simplicidad pero hay tanta gente en el camino equivocado.
Y cuando creemos que tenemos todo mal, que las cosas no salen como queremos, que no nos pudimos comprar ese capricho que tenemos hace tiempo, que no podemos tener una casa con todos los lujos yo pregunto: ¿No valen más esas pequeñas acciones?
Todos nos quejamos, pero muchas veces nos olvidamos de las buenas cosas que nos llenan el alma. Cuanto más simples son.. mejor.
Sería hipócrita decir que no me quejo, o que no reniego con cosas que tienen que ver con una felicidad vacua. Después reflexiono y, no valen tanto la pena.
"Nunca llegué a concebir que en la simpleza hubiera tanta belleza. Viajamos hacia lo simple por el camino de lo complejo. ¡Qué contradicción de términos para ti, y para mi, no siendo más que simples mortales!." - Sasha Bartel
https://www.youtube.com/watch?v=4z2DtNW79sQ
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