domingo, 5 de julio de 2015

Pabellón séptimo

En el pabellón séptimo de algún recóndito lugar habitan trece personas. Cada una posee características diversas, sus personalidades son estudiadas por reconocidos intelectuales. Pasan su tiempo reflexionando acerca de las cuestiones más importantes de la vida. Debaten sobre religión, política, economía, educación y cultura. Y hasta inclusive, el sexo y la muerte. Ninguno es profesional ni quiere serlo. Sus facultades no se lo permiten, o al menos un papel lo certifica, no están sanos mentalmente.
Sin embargo, los estudiosos suelen demorarse escuchando los diálogos más intrépidos que han oído alguna vez. No pueden dar crédito de las conclusiones a las que llegan estos trece especímenes..
¿Será acaso que Dios no los quiere? Ni un milagro los sacaría de allí, están diagnosticados con las peores enfermedades psiquiátricas conocidas hasta el momento y algunos permanecen sin un cuadro claro. 
Dicen que una vez cada tanto, un loco profesor de antropología los deja salir. Ellos caminan todos juntos, observando absolutamente todo y hablando en voz baja. Uno de ellos lleva un pequeño reproductor de música con dos canciones que repite sucesivamente. Luego las tararea permanentemente a la hora de la cena. 
Se les reconoce su permanencia tan calma. No se han cuestionado ni una vez de su destino y en más de un caso certifico que su sanidad es comprobable. 
Como moscas en sus oídos escuchan cotidianamente las quejas de quienes los rodean. Se quejan del clima, del tránsito, de las cosas más banales del universo. Los trece al unísono piensan lo mismo; "Si toda esa fuerza que utilizan en la queja, la transformaran en acción, qué no conseguirían". 
Son conocidos como los trece locos pero más de uno muere por un consejo de estos personajes. Ellos se quejan de aquellos que se quejan. En un juego de ironía pura y exclusiva. 
Le suman a su fundamento una verdad irrefutable, todos los quejosos tienen ambas piernas, una familia en casa y la panza bien llena. Dos de ellos se ríen en voz baja y un tercero anota en un papel; "y tienen salud". 
Los habitantes del pabellón séptimo aman los retos y las adivinanzas. A mi, que me conocen desde hace tiempo me han retado una sola vez y todavía no pude ganarles la jugada. Me han dicho que elija el problema más grave, con dos únicas condiciones:
- No podría ser un problema de salud.
- No podría ser un problema de falta de víveres (ocho chicos mueren de hambre todos los días).
Una vez que lo encontrase, debía quejarme hasta el cansancio con todo aquel que se me cruzara en mi camino. Todavía no lo encontré. 
El pabellón séptimo es un lugar oscuro, suele estar destinado a los solitarios. A los pensantes y sobretodo a quienes se cuestionan las bases de la existencia. Dichosos son aquellos que lo conozcan. Pero eso sí, la dicha nunca ha sido una cosa alegre. Pero a esta altura, eso ya lo saben ¿o no?

"La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca" - Heinrich Heine

https://www.youtube.com/watch?v=keXGyhJTSSI 

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