Uno, diez, cien, mil segundos han pasado mientras escribo estas tímidas líneas en un papel. ¡Y el tiempo está corriendo! Para ti, para mi, para ellos, para todo aquel que se ha detenido a leer estas líneas. ¿Puedes llegar a sentirlo? Ese fugaz instante que ha pasado...
No puedes regresarlo, tampoco este. ¡Se están yendo!
¿A dónde van? He pensado en ir a buscarlos a un lugar repleto de polvo, perdido, contaminado por el abandono y la nostalgia, llamado pasado. Alguien me ha dicho que es mejor que no vuelva, que aunque los encuentre, no los puedo traer. ¿Quién sabe?
Ante la trágica realidad de haber comprendido que no puedo regresarlos, he decidido escoger un puñado de ellos y guardarlos en diversos recovecos de mi memoria. El resto, los he desechado como por arte de magia. Se han volado de mi conciencia. Han desaparecido, mientras que algunos que quería retener, se han esfumado dejándome un resabio de tristeza. He olvidado voces, olores, colores, lugares, personas e inclusive, sensaciones.
Eternos son, en cualidad y cantidad aquellos recuerdos. Infinitos aquellos que recuerdo, e infinitos aquellos que he olvidado. En este punto me detengo a preguntarme ¿es mi memoria una aliada en este proceso?
Un momento. ¡He perdido nuevamente la cuenta de los segundos que han pasado! ¿Qué haré con estos? ¿Y con los que vienen? ¿Qué harás tu?
Algunos han permanecido. Son música, son imagen, son ruido o simplemente son silencio. Otros se han vuelto célebres, al mismo tiempo que otros fueron olvidados actuando como cuentas regresivas.
¿Qué haces con tu tiempo? ¿A dónde va? ¿Qué harás con el que vendrá?
"De mis disparates de juventud lo que más pena me da no es el haberlos cometido, sino el no poder volver a cometerlos" - Pierre Benoit
https://www.youtube.com/watch?v=Kc71KZG87X4
miércoles, 25 de noviembre de 2015
miércoles, 11 de noviembre de 2015
Criminal mambo
Yo soy.
Soy enigma, cada vez que alguien quiere saber el significado de mis tatuajes o cuándo me preguntan por qué no puedo mantener mi aspecto de la misma manera por mucho tiempo.
Soy fuego, cada vez que contemplo lo que para mi es una injusticia. Me enciendo con furia para defender mis convicciones.
Soy silencio, en el momento en que sé que las palabras están de más. Lo soy desde el momento que comprendí que algunos silencios son más sabios que discursos prefijados.
Soy nostalgia, cada vez que viajo y miro por las ventanas que dan luz al camino dejándome entrever mis recuerdos.
Soy ritmo cada vez que una conjunción de sonidos me lo permite. Me envuelvo al son de la música y agradezco la maravillosa sensación que generan algunas melodías.
Soy palabra en el instante en que abro un libro y despliego mis dedos por las ásperas páginas de alguna novela policíaca y, casi sin quererlo, contemplo el reloj y me doy cuenta que pasé varias horas frente al ejemplar en una quietud indescriptible.
Soy crítica en el amplio sentido de la palabra. Admiro la crítica, motor de debate e interpelación. Argumento y contraargumento. Ciclo constante de discusiones fructíferas.
Soy verdad cuando provoco dolor en los demás por decir lo que no quieren escuchar. En esos momentos desearía ser silencio.
Soy orgullo cada vez que veo a la gente que me importa mejorar, destacarse y aprender. Y soy tormenta cuando no lo hacen.
Pero sobretodo soy. Con un puñado de virtudes dentro de un mar de defectos. Sin embargo, me apruebo y lo que es más importante aún, me celebro.
https://www.youtube.com/watch?v=4z2DtNW79sQ
Soy enigma, cada vez que alguien quiere saber el significado de mis tatuajes o cuándo me preguntan por qué no puedo mantener mi aspecto de la misma manera por mucho tiempo.
Soy fuego, cada vez que contemplo lo que para mi es una injusticia. Me enciendo con furia para defender mis convicciones.
Soy silencio, en el momento en que sé que las palabras están de más. Lo soy desde el momento que comprendí que algunos silencios son más sabios que discursos prefijados.
Soy nostalgia, cada vez que viajo y miro por las ventanas que dan luz al camino dejándome entrever mis recuerdos.
Soy ritmo cada vez que una conjunción de sonidos me lo permite. Me envuelvo al son de la música y agradezco la maravillosa sensación que generan algunas melodías.
Soy palabra en el instante en que abro un libro y despliego mis dedos por las ásperas páginas de alguna novela policíaca y, casi sin quererlo, contemplo el reloj y me doy cuenta que pasé varias horas frente al ejemplar en una quietud indescriptible.
Soy crítica en el amplio sentido de la palabra. Admiro la crítica, motor de debate e interpelación. Argumento y contraargumento. Ciclo constante de discusiones fructíferas.
Soy verdad cuando provoco dolor en los demás por decir lo que no quieren escuchar. En esos momentos desearía ser silencio.
Soy orgullo cada vez que veo a la gente que me importa mejorar, destacarse y aprender. Y soy tormenta cuando no lo hacen.
Pero sobretodo soy. Con un puñado de virtudes dentro de un mar de defectos. Sin embargo, me apruebo y lo que es más importante aún, me celebro.
https://www.youtube.com/watch?v=4z2DtNW79sQ
Etiquetas:
personalidad,
poema,
poesía,
ser,
yo
viernes, 11 de septiembre de 2015
Viaje en el tiempo
Luca George Prodan: "En Italia, por ley, soy enfermo mental"
El cantante de Sumo eligió nacer en el teatro. Sí, en el teatro. Su madre, Cecilia Pollock, estaba en un palco cuando se dio cuenta que había roto bolsa. Eligió un lugar bastante privilegiado, arriba de todo mientras su hermana Michela contemplaba el ballet. El 17 de Mayo de 1953 nacía el cantante de Sumo que, en horas, estaría en un bar, conversando conmigo.
Llegó tarde, porque eso hacen las estrellas de rock. Prácticamente no me miró, pero a pesar de mi desconfianza, simplemente fue porque primero decidió pedir dos ginebras. Ni bien entró, se dirigió a la barra del bar ubicado en San Telmo, y encarnando el papel de mozo las trajo. Las apoyó cuidadosamente en la mesa, me miró y sin dudarlo me dijo "vos dirás"; efectivamente, "yo dije" y así, empezó todo:
- Dejame admitirte que pensé que tus primeras palabras serían cuánto gasté en mi pelo de hoy..
- No creo que seas careta. ¿Qué haríamos acá? Es un bar de mala muerte y estas hablando con un loco como yo. Pero sí, a decir verdad, algo habrás gastado. (Sonríe de manera simpática)
- ¿Vos estás loco, Luca?
- Mirá.. en Italia, por ley, soy enfermo mental. Lo determinó un médico. Osea, yo no me hice loco. No quería hacer la colimba, entonces le dije al médico que me tomé todas las drogas pero que ahora sólo soy alcohólico y que no sirvo para eso. Yo solamente voy a hacer quilombo, voy a desertar y solo van a tener que emplear jueces. No me gusta la disciplina. Entonces el médico me dijo que tenía que hacer un informe sobre las drogas que yo había tomado, ya que veía que yo no era un estúpido y que tampoco estaba perdido y ahí me dijo vos tenes el artículo 28 "b".
- ¿Y en qué consiste el artículo?
- Según el médico, no podía votar. Imaginate mi reacción, dije ¡guau! ¡qué suerte! y además me dijo no podes ser empleado estatal. Empecé a festejar, me estaban dando un regalo. Entonces yo, para la ley italiana, soy enfermo mental. Para que te des una idea, el artículo 28 "a" es puto, el "b" es enfermo mental o mógolico, eso soy yo. (reímos al unísono) y el "c" es drogadicto. Sin embargo, me dio el "b".
- ¿Qué representan las drogas en tu vida?
- Las drogas fueron la peor cárcel. La droga pesada, adictiva que se llevó a mi hermana y por poco me lleva a mi también. En el '79 la pasé mal, estuve jodido, tuve un coma hepático durante una semana, todo producto de la heroína. Ahí dije basta y me hice alcóholico. El problema sin embargo ahora es otro, que está en todos lados. Mirá a la gente, salí a la calle o leé un diario y ahora te hablo fucking en serio.
- ¿Y qué voy a ver?
- La cocaína. Está en todos lados, en el Congreso, entre los médicos, en el fútbol. Yo no tomo, esa gente no me gusta, es gente de mierda. Están en otro mundo, les hablas y no te escuchan, ensimismados en una forma de universo químico. Se viste con un traje súper, de mocasines, los bigotes bien argentos, pero tiene la merca en el bolsillo y se va al baño, a hacer como que se peina y en realidad, "tracka tracka". En todos lados la tenes presente.
- ¿No te hubiera gustado ser argentino entonces?
- No, yo no quiero ser argentino. Acá la onda es formar una familia, ser un banquero y casarte con una pelotuda de Villa Devoto y ¡chau! se quedaron ahí y yo no. Yo sigo con mi locura. Los argentinos tienen que pedir permiso para dejar el país, tienen que votar a unos boludos como esos.. ¿A quién? ¿A quién? ¿La UCD? Son todos unos hijos de puta.
- Después de vivir tanto tiempo en Argentina.. ¿Te gusta el tango?
- No. El macho bonaerense trata mal a la mujer, la mujer lo deja, el llora y canta un tango. Si la tratara bien, este macho argentino a lo mejor no lloraría.
- ¿Por qué haces música, Luca?
- Porque vivo de esto. Si bien odio el comercio, vivo de semana en semana, más o menos. No vivo "bien" pero vivo. Hay gente en Sumo que pone mucha guita en el banco y mantiene a su familia. Yo no tengo familia, ni casa. La guita.. ¡me la gasto toda yo! (con voz de borracho, en tono de broma que sabemos que no es broma y volvemos a reír).
- Recuerdo que alguien te preguntó ¿Qué es SUMO? y la tildaste de pregunta estúpida, alegando que es como preguntar qué es tu zapato y qué carajo se podría responder.. Si Sumo entonces es algo que hace tu abuela cuando no tiene nada que pensar, ¿qué son los temas?
- La rubia tarada me investigó! (Ríe y se disculpa, aunque no hace falta. Le gustó la pregunta). Las canciones de SUMO son predicciones. No las hice a propósito. Las hago en el acto, en el estudio. Nunca sé de qué carajo hablo, después, al año o dos pasa exactamente lo que canté.
- ¿Sumo tiene una finalidad? ¿O simplemente está ahí porque sí?
- A Sumo le gustaría poder brindar felicidad y diversión pero no me gusta hacer proselitismo. En cuanto a decirle a la gente, creo que lo mejor sería decirle que se respeten unos a otros, pero es medio idiota por lo imposible que resulta.
"Tengo ganas de fumarme un porro" me dijo. Le pedí una foto antes de irse, se la saco con mucho gusto. Y se fue, mientras yo me quedé pensando en que Luca Prodan es un enfermo mental. Al rato, yo también me fui.
El cantante de Sumo eligió nacer en el teatro. Sí, en el teatro. Su madre, Cecilia Pollock, estaba en un palco cuando se dio cuenta que había roto bolsa. Eligió un lugar bastante privilegiado, arriba de todo mientras su hermana Michela contemplaba el ballet. El 17 de Mayo de 1953 nacía el cantante de Sumo que, en horas, estaría en un bar, conversando conmigo.
Llegó tarde, porque eso hacen las estrellas de rock. Prácticamente no me miró, pero a pesar de mi desconfianza, simplemente fue porque primero decidió pedir dos ginebras. Ni bien entró, se dirigió a la barra del bar ubicado en San Telmo, y encarnando el papel de mozo las trajo. Las apoyó cuidadosamente en la mesa, me miró y sin dudarlo me dijo "vos dirás"; efectivamente, "yo dije" y así, empezó todo:
- Dejame admitirte que pensé que tus primeras palabras serían cuánto gasté en mi pelo de hoy..
- No creo que seas careta. ¿Qué haríamos acá? Es un bar de mala muerte y estas hablando con un loco como yo. Pero sí, a decir verdad, algo habrás gastado. (Sonríe de manera simpática)
- ¿Vos estás loco, Luca?
- Mirá.. en Italia, por ley, soy enfermo mental. Lo determinó un médico. Osea, yo no me hice loco. No quería hacer la colimba, entonces le dije al médico que me tomé todas las drogas pero que ahora sólo soy alcohólico y que no sirvo para eso. Yo solamente voy a hacer quilombo, voy a desertar y solo van a tener que emplear jueces. No me gusta la disciplina. Entonces el médico me dijo que tenía que hacer un informe sobre las drogas que yo había tomado, ya que veía que yo no era un estúpido y que tampoco estaba perdido y ahí me dijo vos tenes el artículo 28 "b".
- ¿Y en qué consiste el artículo?
- Según el médico, no podía votar. Imaginate mi reacción, dije ¡guau! ¡qué suerte! y además me dijo no podes ser empleado estatal. Empecé a festejar, me estaban dando un regalo. Entonces yo, para la ley italiana, soy enfermo mental. Para que te des una idea, el artículo 28 "a" es puto, el "b" es enfermo mental o mógolico, eso soy yo. (reímos al unísono) y el "c" es drogadicto. Sin embargo, me dio el "b".
- ¿Qué representan las drogas en tu vida?
- Las drogas fueron la peor cárcel. La droga pesada, adictiva que se llevó a mi hermana y por poco me lleva a mi también. En el '79 la pasé mal, estuve jodido, tuve un coma hepático durante una semana, todo producto de la heroína. Ahí dije basta y me hice alcóholico. El problema sin embargo ahora es otro, que está en todos lados. Mirá a la gente, salí a la calle o leé un diario y ahora te hablo fucking en serio.
- ¿Y qué voy a ver?
- La cocaína. Está en todos lados, en el Congreso, entre los médicos, en el fútbol. Yo no tomo, esa gente no me gusta, es gente de mierda. Están en otro mundo, les hablas y no te escuchan, ensimismados en una forma de universo químico. Se viste con un traje súper, de mocasines, los bigotes bien argentos, pero tiene la merca en el bolsillo y se va al baño, a hacer como que se peina y en realidad, "tracka tracka". En todos lados la tenes presente.
- ¿No te hubiera gustado ser argentino entonces?
- No, yo no quiero ser argentino. Acá la onda es formar una familia, ser un banquero y casarte con una pelotuda de Villa Devoto y ¡chau! se quedaron ahí y yo no. Yo sigo con mi locura. Los argentinos tienen que pedir permiso para dejar el país, tienen que votar a unos boludos como esos.. ¿A quién? ¿A quién? ¿La UCD? Son todos unos hijos de puta.
- Después de vivir tanto tiempo en Argentina.. ¿Te gusta el tango?
- No. El macho bonaerense trata mal a la mujer, la mujer lo deja, el llora y canta un tango. Si la tratara bien, este macho argentino a lo mejor no lloraría.
- ¿Por qué haces música, Luca?
- Porque vivo de esto. Si bien odio el comercio, vivo de semana en semana, más o menos. No vivo "bien" pero vivo. Hay gente en Sumo que pone mucha guita en el banco y mantiene a su familia. Yo no tengo familia, ni casa. La guita.. ¡me la gasto toda yo! (con voz de borracho, en tono de broma que sabemos que no es broma y volvemos a reír).
- Recuerdo que alguien te preguntó ¿Qué es SUMO? y la tildaste de pregunta estúpida, alegando que es como preguntar qué es tu zapato y qué carajo se podría responder.. Si Sumo entonces es algo que hace tu abuela cuando no tiene nada que pensar, ¿qué son los temas?
- La rubia tarada me investigó! (Ríe y se disculpa, aunque no hace falta. Le gustó la pregunta). Las canciones de SUMO son predicciones. No las hice a propósito. Las hago en el acto, en el estudio. Nunca sé de qué carajo hablo, después, al año o dos pasa exactamente lo que canté.
- ¿Sumo tiene una finalidad? ¿O simplemente está ahí porque sí?
- A Sumo le gustaría poder brindar felicidad y diversión pero no me gusta hacer proselitismo. En cuanto a decirle a la gente, creo que lo mejor sería decirle que se respeten unos a otros, pero es medio idiota por lo imposible que resulta.
"Tengo ganas de fumarme un porro" me dijo. Le pedí una foto antes de irse, se la saco con mucho gusto. Y se fue, mientras yo me quedé pensando en que Luca Prodan es un enfermo mental. Al rato, yo también me fui.
(1987) Escrita por mi, como si estuviese vivo el, o viva yo en ese año.
Etiquetas:
1987,
entrevista,
luca prodan,
sumo
domingo, 30 de agosto de 2015
Combate liberal
No me halaga que esté tan perdido en mi relato, tan inmerso que apenas me deje un poco de aire para predecir la palabra que sigue. Lo que sí me enorgullece es que haya llegado hasta esta parte preguntándose de qué va todo esto esto.
Estábamos en el medio de una especie de pelea, dos hombres de torso desnudo y pantalones arremangados se disputaban un trozo de oro. Al costado, en una esquina, cada acompañante del luchador llevaba unas cadenas bastante gruesas. Cada una tenía un número. Treinta y seis y treinta y cinco, respectivamente.
Lo curioso de esas riñas es que eran a muerte. Mientras los puños resonando una y otra vez eran exactos, pegaban ellos pero lo sentía yo. De repente, una música excitante anuncia la pausa de mitad de pelea. Diez minutos de recuperación para cada competidor. Uno de ellos estaba viviendo sus últimos diez minutos de relajación. Sin embargo, relajación era la única sensación que no experimentaban. Con la mirada en el objetivo repasaban complejas tácticas.
De repente, una situación que apenas puedo describir corta el delgado hilo de conversación que tenemos con mi colega. Se escucha un débil choque de copas y, al unísono cada jugador bebe un alcohol de pésima calidad. Se enfurecen y sus ojos chispeantes de emoción y exaltación se mueven hacia todos lados. Sus cuerpos transpirados gotean sed de victoria casi simultáneamente al tiempo que la música sale de los adentros de la tierra.
Dos, tres, cuatro. La música se detiene y.. están luchando. Son increíblemente bestiales y están despiadados. Parecen no tener pasado, ni presente ni futuro. Ningún tiempo alguno, ningún reflejo de algún sentimiento que no sea odio o frustración convertida en violencia. Pelean por el triunfo, que no es nada más ni nada menos que su vida.
Son hombres como usted y como yo. Provienen de la asquerosa cotidianidad de sus rutinas. Los trajes y costosos relojes de burocracia bien ubicada, se encuentran dispuestos a un lado.
Quizá necesiten esa pizca de adrenalina, o quizá no. En ese momento sólo un pensamiento ocupa su cabeza; el objetivo, el reluciente oro.
Los espectadores sabemos que no lo gastarán, ya que es evidente que lo poseen. Lo que importa es otra cosa. La cadena, el símbolo, la prueba física del triunfo. ¿Qué representa para ellos la victoria? Mi colega cree que simplemente le demuestran al otro lo aferrados que están a la vida, aunque ingresen a aquel recinto sucio y desprolijo, creyendo lo contrario.
Estábamos en el medio de una especie de pelea, dos hombres de torso desnudo y pantalones arremangados se disputaban un trozo de oro. Al costado, en una esquina, cada acompañante del luchador llevaba unas cadenas bastante gruesas. Cada una tenía un número. Treinta y seis y treinta y cinco, respectivamente.
Lo curioso de esas riñas es que eran a muerte. Mientras los puños resonando una y otra vez eran exactos, pegaban ellos pero lo sentía yo. De repente, una música excitante anuncia la pausa de mitad de pelea. Diez minutos de recuperación para cada competidor. Uno de ellos estaba viviendo sus últimos diez minutos de relajación. Sin embargo, relajación era la única sensación que no experimentaban. Con la mirada en el objetivo repasaban complejas tácticas.
De repente, una situación que apenas puedo describir corta el delgado hilo de conversación que tenemos con mi colega. Se escucha un débil choque de copas y, al unísono cada jugador bebe un alcohol de pésima calidad. Se enfurecen y sus ojos chispeantes de emoción y exaltación se mueven hacia todos lados. Sus cuerpos transpirados gotean sed de victoria casi simultáneamente al tiempo que la música sale de los adentros de la tierra.
Dos, tres, cuatro. La música se detiene y.. están luchando. Son increíblemente bestiales y están despiadados. Parecen no tener pasado, ni presente ni futuro. Ningún tiempo alguno, ningún reflejo de algún sentimiento que no sea odio o frustración convertida en violencia. Pelean por el triunfo, que no es nada más ni nada menos que su vida.
Son hombres como usted y como yo. Provienen de la asquerosa cotidianidad de sus rutinas. Los trajes y costosos relojes de burocracia bien ubicada, se encuentran dispuestos a un lado.
Quizá necesiten esa pizca de adrenalina, o quizá no. En ese momento sólo un pensamiento ocupa su cabeza; el objetivo, el reluciente oro.
Los espectadores sabemos que no lo gastarán, ya que es evidente que lo poseen. Lo que importa es otra cosa. La cadena, el símbolo, la prueba física del triunfo. ¿Qué representa para ellos la victoria? Mi colega cree que simplemente le demuestran al otro lo aferrados que están a la vida, aunque ingresen a aquel recinto sucio y desprolijo, creyendo lo contrario.
miércoles, 5 de agosto de 2015
Primeros pasos
- ¿Otra vez vos acá?
- Hoy estoy disfrazado de cordero. Quiero desentrañar todos los secretos que no te animas a contar de un modo amable y pausado.
- A mi no me engañas.. Seguís teniendo la misma expresión del cazador que aguarda el momento perfecto para el ataque. Queres verme vulnerable. No te preocupes, ya vas a encontrar mi momento de inflexión.
- Te diste cuenta de que cada vez escribís más seguido ¿no?
- ¡Ay lobo! Deja de seguir mis pasos con esa exactitud sombría.
- Tranquila, estoy buscando un entretenido infierno disfrazado de paraíso para que puedas aprender un poco más.
- Hay algo muy dulce en tu extraña manera de controlar mis actos. A lo mejor sólo seas un cordero herido en el disfraz de un lobo.
- La bondad y la maldad no caben en el mismo lugar.
- Tampoco en lugares distintos. Se necesitan una a la otra para existir.
- Vos y tus mecanismos de persuasión que me ponen nervioso..
- Esta pulseada te la gané lobo. Hoy estoy de buen humor.
Encontré una curiosa peculiaridad. La simpleza en las palabras del autor. Es bastante extraño. Al tener esos aires de escritura sofisticada, de encontrar un discurso indescifrable, inalcanzable.. esta historia me demuestra que el éxito de esta labor no se encuentra en la arrogancia de las oraciones, ni en el lenguaje complicado para sorprender. Todo lo contrario. Del relato me cautiva la simpleza. Utiliza palabras cotidianas y eso lo convierte en algo todavía más maravilloso de lo que ya es por sí mismo.
Inmediatamente mi mente lo relaciona con el transcurso de la vida y cómo buscamos la felicidad a través de trayectos demasiados complicados, para luego, en la última etapa de la vida, que alcanza los mayores conocimientos del camino, comprender el valor de la simpleza, tal y como es.
Las gotas golpean contra la ventana creando una atmósfera especial. Sigo utilizando palabras engorrosas para sorprender a la bonita audiencia que ansío tener. Pero ahora escribo con los ojos cerrados. Las palabras caen, una a una. Aparecen y pasan por mi mente, como un vehículo que apenas se puede percibir alcanzando velocidades máximas. Esa sensación tengo cada vez que escribo. No importa sobre qué. Es la acción. A algunos se las produce el correr, a otros el nadar, a otros el bailar. Cada uno encuentra su catarsis de manera distinta. Estar inmersa aquí puede ser bueno o terriblemente malo porque mi mente no descansa. Como si fuera un jugador de ajedrez que intenta adelantar sus cinco próximos movimientos, mi psiquis intenta adelantar lo próximo sin concentrarse en el momento. Cada vez hablo menos para escuchar más. Porque después, indefectiblemente, escribo.
Las camas desordenadas de repente se ordenaron y la música empezó a sonar de un lugar sin precedentes. La pasión sin embargo estaba intacta. El alcohol ayudaba a esa lujuria desmesurada que los hacía bailar en sinfonía. Él es un poeta y eso simplemente lo explica absolutamente todo.
https://www.youtube.com/watch?v=DUWGCWJc_FQ
- Hoy estoy disfrazado de cordero. Quiero desentrañar todos los secretos que no te animas a contar de un modo amable y pausado.
- A mi no me engañas.. Seguís teniendo la misma expresión del cazador que aguarda el momento perfecto para el ataque. Queres verme vulnerable. No te preocupes, ya vas a encontrar mi momento de inflexión.
- Te diste cuenta de que cada vez escribís más seguido ¿no?
- ¡Ay lobo! Deja de seguir mis pasos con esa exactitud sombría.
- Tranquila, estoy buscando un entretenido infierno disfrazado de paraíso para que puedas aprender un poco más.
- Hay algo muy dulce en tu extraña manera de controlar mis actos. A lo mejor sólo seas un cordero herido en el disfraz de un lobo.
- La bondad y la maldad no caben en el mismo lugar.
- Tampoco en lugares distintos. Se necesitan una a la otra para existir.
- Vos y tus mecanismos de persuasión que me ponen nervioso..
- Esta pulseada te la gané lobo. Hoy estoy de buen humor.
Encontré una curiosa peculiaridad. La simpleza en las palabras del autor. Es bastante extraño. Al tener esos aires de escritura sofisticada, de encontrar un discurso indescifrable, inalcanzable.. esta historia me demuestra que el éxito de esta labor no se encuentra en la arrogancia de las oraciones, ni en el lenguaje complicado para sorprender. Todo lo contrario. Del relato me cautiva la simpleza. Utiliza palabras cotidianas y eso lo convierte en algo todavía más maravilloso de lo que ya es por sí mismo.
Inmediatamente mi mente lo relaciona con el transcurso de la vida y cómo buscamos la felicidad a través de trayectos demasiados complicados, para luego, en la última etapa de la vida, que alcanza los mayores conocimientos del camino, comprender el valor de la simpleza, tal y como es.
Las gotas golpean contra la ventana creando una atmósfera especial. Sigo utilizando palabras engorrosas para sorprender a la bonita audiencia que ansío tener. Pero ahora escribo con los ojos cerrados. Las palabras caen, una a una. Aparecen y pasan por mi mente, como un vehículo que apenas se puede percibir alcanzando velocidades máximas. Esa sensación tengo cada vez que escribo. No importa sobre qué. Es la acción. A algunos se las produce el correr, a otros el nadar, a otros el bailar. Cada uno encuentra su catarsis de manera distinta. Estar inmersa aquí puede ser bueno o terriblemente malo porque mi mente no descansa. Como si fuera un jugador de ajedrez que intenta adelantar sus cinco próximos movimientos, mi psiquis intenta adelantar lo próximo sin concentrarse en el momento. Cada vez hablo menos para escuchar más. Porque después, indefectiblemente, escribo.
Las camas desordenadas de repente se ordenaron y la música empezó a sonar de un lugar sin precedentes. La pasión sin embargo estaba intacta. El alcohol ayudaba a esa lujuria desmesurada que los hacía bailar en sinfonía. Él es un poeta y eso simplemente lo explica absolutamente todo.
https://www.youtube.com/watch?v=DUWGCWJc_FQ
lunes, 27 de julio de 2015
Oficio
- ¿Todavía te acordas de mi? Soy el interrogante vestido de duda, dispuesto a desvertirse para mostrarte todas tus inseguridades.
- Pero.. ¡cómo voy a olvidarme de vos! En la piel del cordero vislumbro las entrañas de aquel lobo hambriento..
- Me fascina la idea de saber que te sigo helando la sangre, tu miedo.. lo huelo desde aquí. En este invierno quedan pocas como vos.
- ¿Y qué tengo de especial?
- Esos intentos de revolución que nunca llegan a nada. El acto de morir en una idea para resucitar en otra.
- ¡Vos queres volverme loca!
- ¿Y qué tendría de malo? La sanidad mental te aburre. Ambos lo sabemos. Te inventaste tu propio paraíso con piezas de infierno para recordarte lo hermoso que es el dolor.
Encuentro inconsciente
Las melodías entrelazadas crean una atmósfera perfecta para este momento. Mi fiel compañera, mente de impulso y creación, estamos en soledad. ¡Qué bello encuentro para ambas! Las palabras se desprenden en un ritual único que une mis partes inconexas. En tu arte nostálgico y melodramático encuentro mi calma. El oficio más reconfortante de esta vida. Así alcanzo una quietud que me eleva y al mismo tiempo me hace reposar.
Atravieso los paisajes sintiendo el peso del cuerpo. Me vuelco en todo tu aprendizaje mundo, y tomo todo lo que me des. La música, fiel vehículo de compañía y transición, me permite traspasar esta realidad superficial para introducirme en una paradoja temporal donde me mantengo suspendida.
Así se suceden los días y las noches. Centenares de personas pasan desapercibidas. Algunas se borran, otras aparecen de repente. Lo único que se desvanece frente a mi y no puedo detener es el tiempo.
Las calles permanecen intactas, las sirenas junto con las campanas siguen sonando a las horas determinadas. La realidad, discurso de los crédulos, me parece un invento. Seguimos caminando intentando encontrar el signo, la marca que permita encontrarnos y desecontrarnos.
Por fin me encuentro con los sentimientos más crudos. Qué quedaría de esta pobre suma de oraciones si te los revelara, lector poseído por un espíritu inquebrantable.
Y cómo puede ser que no me encuentre contigo, ávido escritor. Estoy esperando que te arraigues de mis entrañas y logres desenmascarar al monstruo literario que vive dentro de mí para descubrir el destino de nuestros versos. Te espero pacientemente, mientras me entretengo con algunas copias de tu virilidad poética. No han logrado todavía copiar tu esencia. Simplemente no se puede copiar lo que no se posee.
Esto es lo bonito de este oficio. Mi cuerpo quieto no puede detener a mi mente, está corriendo en incontables pensamientos. No se queda en ninguno. De a poco, alcanza vuelo.. La velocidad de mis ideas es incomparable con mi posibilidad de plasmarlas.
¡Y qué regalo más hermoso me ha da dado esta vida, el de poder disfrutar de cada palabra y, a su vez, disponerlas de tal forma para crear un relato inédito que sólo debe conformarme a mi!
Nunca estuve tan cerca de algo. Y cuando parece vencido, se vuelve inalcanzable. Por eso es tan hermoso.. el oficio de escribir.
https://www.youtube.com/watch?v=EqWLpTKBFcU&index=23&list=RD1Oc1BtjvvRA
- Pero.. ¡cómo voy a olvidarme de vos! En la piel del cordero vislumbro las entrañas de aquel lobo hambriento..
- Me fascina la idea de saber que te sigo helando la sangre, tu miedo.. lo huelo desde aquí. En este invierno quedan pocas como vos.
- ¿Y qué tengo de especial?
- Esos intentos de revolución que nunca llegan a nada. El acto de morir en una idea para resucitar en otra.
- ¡Vos queres volverme loca!
- ¿Y qué tendría de malo? La sanidad mental te aburre. Ambos lo sabemos. Te inventaste tu propio paraíso con piezas de infierno para recordarte lo hermoso que es el dolor.
Encuentro inconsciente
Las melodías entrelazadas crean una atmósfera perfecta para este momento. Mi fiel compañera, mente de impulso y creación, estamos en soledad. ¡Qué bello encuentro para ambas! Las palabras se desprenden en un ritual único que une mis partes inconexas. En tu arte nostálgico y melodramático encuentro mi calma. El oficio más reconfortante de esta vida. Así alcanzo una quietud que me eleva y al mismo tiempo me hace reposar.
Atravieso los paisajes sintiendo el peso del cuerpo. Me vuelco en todo tu aprendizaje mundo, y tomo todo lo que me des. La música, fiel vehículo de compañía y transición, me permite traspasar esta realidad superficial para introducirme en una paradoja temporal donde me mantengo suspendida.
Así se suceden los días y las noches. Centenares de personas pasan desapercibidas. Algunas se borran, otras aparecen de repente. Lo único que se desvanece frente a mi y no puedo detener es el tiempo.
Las calles permanecen intactas, las sirenas junto con las campanas siguen sonando a las horas determinadas. La realidad, discurso de los crédulos, me parece un invento. Seguimos caminando intentando encontrar el signo, la marca que permita encontrarnos y desecontrarnos.
Por fin me encuentro con los sentimientos más crudos. Qué quedaría de esta pobre suma de oraciones si te los revelara, lector poseído por un espíritu inquebrantable.
Y cómo puede ser que no me encuentre contigo, ávido escritor. Estoy esperando que te arraigues de mis entrañas y logres desenmascarar al monstruo literario que vive dentro de mí para descubrir el destino de nuestros versos. Te espero pacientemente, mientras me entretengo con algunas copias de tu virilidad poética. No han logrado todavía copiar tu esencia. Simplemente no se puede copiar lo que no se posee.
Esto es lo bonito de este oficio. Mi cuerpo quieto no puede detener a mi mente, está corriendo en incontables pensamientos. No se queda en ninguno. De a poco, alcanza vuelo.. La velocidad de mis ideas es incomparable con mi posibilidad de plasmarlas.
¡Y qué regalo más hermoso me ha da dado esta vida, el de poder disfrutar de cada palabra y, a su vez, disponerlas de tal forma para crear un relato inédito que sólo debe conformarme a mi!
Nunca estuve tan cerca de algo. Y cuando parece vencido, se vuelve inalcanzable. Por eso es tan hermoso.. el oficio de escribir.
https://www.youtube.com/watch?v=EqWLpTKBFcU&index=23&list=RD1Oc1BtjvvRA
domingo, 5 de julio de 2015
Pabellón séptimo
En el pabellón séptimo de algún recóndito lugar habitan trece personas. Cada una posee características diversas, sus personalidades son estudiadas por reconocidos intelectuales. Pasan su tiempo reflexionando acerca de las cuestiones más importantes de la vida. Debaten sobre religión, política, economía, educación y cultura. Y hasta inclusive, el sexo y la muerte. Ninguno es profesional ni quiere serlo. Sus facultades no se lo permiten, o al menos un papel lo certifica, no están sanos mentalmente.
Sin embargo, los estudiosos suelen demorarse escuchando los diálogos más intrépidos que han oído alguna vez. No pueden dar crédito de las conclusiones a las que llegan estos trece especímenes..
¿Será acaso que Dios no los quiere? Ni un milagro los sacaría de allí, están diagnosticados con las peores enfermedades psiquiátricas conocidas hasta el momento y algunos permanecen sin un cuadro claro.
Dicen que una vez cada tanto, un loco profesor de antropología los deja salir. Ellos caminan todos juntos, observando absolutamente todo y hablando en voz baja. Uno de ellos lleva un pequeño reproductor de música con dos canciones que repite sucesivamente. Luego las tararea permanentemente a la hora de la cena.
Se les reconoce su permanencia tan calma. No se han cuestionado ni una vez de su destino y en más de un caso certifico que su sanidad es comprobable.
Como moscas en sus oídos escuchan cotidianamente las quejas de quienes los rodean. Se quejan del clima, del tránsito, de las cosas más banales del universo. Los trece al unísono piensan lo mismo; "Si toda esa fuerza que utilizan en la queja, la transformaran en acción, qué no conseguirían".
Son conocidos como los trece locos pero más de uno muere por un consejo de estos personajes. Ellos se quejan de aquellos que se quejan. En un juego de ironía pura y exclusiva.
Le suman a su fundamento una verdad irrefutable, todos los quejosos tienen ambas piernas, una familia en casa y la panza bien llena. Dos de ellos se ríen en voz baja y un tercero anota en un papel; "y tienen salud".
Los habitantes del pabellón séptimo aman los retos y las adivinanzas. A mi, que me conocen desde hace tiempo me han retado una sola vez y todavía no pude ganarles la jugada. Me han dicho que elija el problema más grave, con dos únicas condiciones:
- No podría ser un problema de salud.
- No podría ser un problema de falta de víveres (ocho chicos mueren de hambre todos los días).
Una vez que lo encontrase, debía quejarme hasta el cansancio con todo aquel que se me cruzara en mi camino. Todavía no lo encontré.
El pabellón séptimo es un lugar oscuro, suele estar destinado a los solitarios. A los pensantes y sobretodo a quienes se cuestionan las bases de la existencia. Dichosos son aquellos que lo conozcan. Pero eso sí, la dicha nunca ha sido una cosa alegre. Pero a esta altura, eso ya lo saben ¿o no?
"La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca" - Heinrich Heine
https://www.youtube.com/watch?v=keXGyhJTSSI
"La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca" - Heinrich Heine
https://www.youtube.com/watch?v=keXGyhJTSSI
sábado, 9 de mayo de 2015
Curiosidad
Desperté en una bañera sumergido en una sangre espesa que supuse mía y lo primero que hice fue pararme. Creí que me estaba desangrando sin sentir dolor. Me inspeccioné todo el cuerpo y no tenía nada, ni un rasguño. La habitación estaba completamente vacía. Revisé las demás y los encontré a todos ellos, en la misma postura que yo, sólo que no despertaron. No respondieron a ningún llamado. Nunca más. No quise revisar sus cuerpos porque sabía qué se escondía detrás de ellos. Quien quiera que se haya dedicado a realizar tal fatal tarea se había asegurado que quede yo para contarlo. Y así como sabía a la perfección dónde cortar un cuerpo para que sangrara más, también sabía que no diría ni una sola palabra a nadie. Todos sus secretos culminaban en mí.
Cuatro niños en penitencia mirando hacia la casa de al lado. ¡Si hubiesen sabido nuestras madres, amábamos ese escarmiento! Como policías que esperan fuera de la casa del acusado el acto que compruebe sus sospechas, así pasábamos las horas. Lo mirábamos caminar, nos deteníamos en cada acto. Aguardando la conducta errónea, el falso movimiento, la prueba que comprobara que el hombre estaba loco y escondía una faceta fatal.
Logré secarme las lágrimas que brotaron en un grito ahogado de asco y desesperación. Corrí hacia adelante y trastabillé al escuchar el sonido de las llaves. Abrió la puerta y me miró con una tranquilidad indescriptible. Atiné a golpearlo sin resultados. No tenía fuerzas. No sabía cuánto tiempo llevaba allí. Estaba escuálido, consumido como quien no come por meses. Me miró fracasar y me acostó con cuidado en una cama vieja y oxidada. El hambre no me dejaba pensar con claridad. Desapareció de mi vista y volvió a aparecer con una especie de bisturí construído a mano.
Crecimos y nos encontramos comprando linternas y binoculares. Armados de herramientas para el espionaje y la investigación, queríamos ser vistos como los detectives que develarían el secreto mejor guardado. Los juegos nos obsesionaron. La curiosidad nos hizo entrar a la casa. Todo sucedió muy rápido, secuencias de imágenes que se reproducen todo el tiempo en mi cabeza. El hombre actuaba de esa forma por una razón. Cuidaba a su esposa enferma, conectada a una cantidad extrema de cables, luchando por su vida. Éramos jóvenes potencialmente soñadores que creábamos historias en donde no las había y uno de nosotros desconectó accidentalmente los cables. La repercusión fue inmediata y él no volvió a salir de la casa. Ya no era el raro hombre de al lado sino que su actitud se había vuelto aún peor.
Jugaba en mi piel haciendo cortes tan ligeros que apenas puedo describirlos, trazaba líneas cual esbozos de un dibujo que no terminaba nunca y las gotas rojas tardaban pocos segundos en asomarse y caer.
Ya no me encontraba preguntándome por qué a mi, todos sabemos a esta altura quién desconectó los cables sin desearlo. ¿Podría acaso juzgarlo? Su actitud es discutible, le quitamos lo más preciado de su vida, aquello que había cuidado al punto de aislarse socialmente para dedicarse por completo.
Vi los cables, ambos al mismo tiempo esbozamos una sonrisa. Tenía deparado para mi el mismo final. Las mutilaciones, el hambre, sólo eran una mínima parte de la expresión de su odio. Me enfermaría para cuidarme y, un día, de repente.. soltaría los cables.
https://www.youtube.com/watch?v=Pk7mGoKD2sg
Cuatro niños en penitencia mirando hacia la casa de al lado. ¡Si hubiesen sabido nuestras madres, amábamos ese escarmiento! Como policías que esperan fuera de la casa del acusado el acto que compruebe sus sospechas, así pasábamos las horas. Lo mirábamos caminar, nos deteníamos en cada acto. Aguardando la conducta errónea, el falso movimiento, la prueba que comprobara que el hombre estaba loco y escondía una faceta fatal.
Logré secarme las lágrimas que brotaron en un grito ahogado de asco y desesperación. Corrí hacia adelante y trastabillé al escuchar el sonido de las llaves. Abrió la puerta y me miró con una tranquilidad indescriptible. Atiné a golpearlo sin resultados. No tenía fuerzas. No sabía cuánto tiempo llevaba allí. Estaba escuálido, consumido como quien no come por meses. Me miró fracasar y me acostó con cuidado en una cama vieja y oxidada. El hambre no me dejaba pensar con claridad. Desapareció de mi vista y volvió a aparecer con una especie de bisturí construído a mano.
Crecimos y nos encontramos comprando linternas y binoculares. Armados de herramientas para el espionaje y la investigación, queríamos ser vistos como los detectives que develarían el secreto mejor guardado. Los juegos nos obsesionaron. La curiosidad nos hizo entrar a la casa. Todo sucedió muy rápido, secuencias de imágenes que se reproducen todo el tiempo en mi cabeza. El hombre actuaba de esa forma por una razón. Cuidaba a su esposa enferma, conectada a una cantidad extrema de cables, luchando por su vida. Éramos jóvenes potencialmente soñadores que creábamos historias en donde no las había y uno de nosotros desconectó accidentalmente los cables. La repercusión fue inmediata y él no volvió a salir de la casa. Ya no era el raro hombre de al lado sino que su actitud se había vuelto aún peor.
Jugaba en mi piel haciendo cortes tan ligeros que apenas puedo describirlos, trazaba líneas cual esbozos de un dibujo que no terminaba nunca y las gotas rojas tardaban pocos segundos en asomarse y caer.
Ya no me encontraba preguntándome por qué a mi, todos sabemos a esta altura quién desconectó los cables sin desearlo. ¿Podría acaso juzgarlo? Su actitud es discutible, le quitamos lo más preciado de su vida, aquello que había cuidado al punto de aislarse socialmente para dedicarse por completo.
Vi los cables, ambos al mismo tiempo esbozamos una sonrisa. Tenía deparado para mi el mismo final. Las mutilaciones, el hambre, sólo eran una mínima parte de la expresión de su odio. Me enfermaría para cuidarme y, un día, de repente.. soltaría los cables.
https://www.youtube.com/watch?v=Pk7mGoKD2sg
Etiquetas:
asesinatos,
cuento,
orden,
relato
jueves, 9 de abril de 2015
Cuarto blanco
El día que me di cuenta que era un asesino, estaba yo en
mi cuarto cambiándome de ropa, cuando se me ocurrió mirar por la ventana,
pasaba un tren en aquel momento y el humo blanco que salía de la chimenea se
elevó en el aire y formó la figura de una mano gigantesca. Sentí que fue un
signo de aprobación divino, proveniente de alguna entidad religiosa y continué
con mi tarea. Allí comprobé que mi condición era seguramente más grave a la de
mayoría de los asesinos, yo era consciente de mis actos. Cada detalle estaba
planeado. Para cada posible error, había una posible solución. El plan perfecto
no podía fallar.
Pero la perfección no existe, queridos entusiastas
lectores amantes de la tragedia. Por algo me disfrutan desde mi celda y no he
podido permanecer eternamente en el anonimato. Valió la pena el intento y
probablemente lo volvería a hacer. A continuación, los detalles del horror que
todos quieren saber y muchos no se han
animado a preguntar. No tengo dudas en que han querido consumirlo. Ha
trascendido y ante sus ojos, espero el retorcido disfrute silencioso que sé que
tendrán. Tengan cuidado, intrépidos lectores.. Si ese disfrute se convierte en
acto, terminan aquí.
Terminé de cambiarme la ropa y salí a desayunar. Café
doble. En el camino repase cada uno de mis movimientos, los sabía a la
perfección. El plan que tantos años llevé planeando, a minutos de concretarse.
Fue el único día en veinte años de matrimonio que no sentí ningún tipo de
descontento. Al contrario, estaba en calma. La que precede al huracán, supongo. Llegué y le ofrecí hacer un almuerzo para ambos, como era de esperarse se negó,
así que aproveché el tiempo en terminar de leer la novela que tenía en curso. Almorzamos
y se recostó. La rutina seguía su curso característico y recuerdo la adrenalina
como si fuese hoy. La revivo. Cada momento, paso milimétricamente medido.
La desperté de su reposo y le pedí que me acompañara al
sótano, el cuarto blanco del horror. Era perfectamente capaz de concebir que
odiaba el sótano, no casualidad elegí que sea ese el lugar. Con la excusa de la
compra de un nuevo artefacto, la convencí al instante. Estando detrás de ella,
la golpeé suavemente. Perdió el conocimiento pero sabía que en media hora
volvería en sí. Me había ocupado de estudiar hasta la anatomía del ser humano.
Nunca había deseado algo con tanta intensidad. La até a la camilla por sus
extremidades, cuidando no dejar marcas y la silencié. Antes de que despertara
ya sentía el terror corriendo por sus venas. El miedo inmenso que me tenía
porque conocía que era capaz no sólo de eso, sino de mucho más. Cuando reparé
en su actitud al ver el sótano empapado de blanco, tan similar a un quirófano,
no pude evitar esbozar una pequeña carcajada.
El resto sucedió por inercia. Corté en los puntos estudiados
previamente. El cuarto higiénico, perfectamente esterilizado se tiñó de un rojo
impactante. Congelé el cuerpo y me tomé la repugnante tarea de alimentarme con
él durante las dos semanas que tardaron en descubrir la verdad. Sólo así sabía
que había acabado con ella.
¿La razón? Probablemente ni la recuerde. No es por esto
que ustedes han consumido mi breve relato en el que, por cuestiones legales, no
puedo ahondar en sus detalles más exquisitos. Lo curioso es que no siento haber
pedido mi sanidad mental. Sé el nivel de aberración de mis actos y no me creo
loco, sólo soy un asesino.
domingo, 5 de abril de 2015
Pero... ¿cabe todo lo tuyo en una maldita valija?
De la sinceridad partimos y hacia ella vamos en un amplio camino de introspección. La vida está en eso. Más que en todo lo que puedas lograr, lo que puedas conquistar, lo que puedas conseguir. El quid de la cuestión radica en qué hacemos acá. Hoy parados en este lugar, intentando comprender a qué vinimos y por qué.
Pero tampoco nos vamos a liquidar buscando respuestas a preguntas que muchos todavía ni siquiera pudieron formularse. Acá podemos meternos en el interesante mundo de las religiones que nos dan una suerte de sentido que sólo algunos pocos pueden y se animan a cuestionar. Los rebeldes, como me gusta llamarlos. En el buen sentido de la rebeldía que implica caos, cambio y por lo tanto, el nacimiento de nuevas ideas.
Como estas palabras que se desprenden sin ningún sentido y sin ninguna finalidad, algunos viven así. No digo que disfruten menos, eso sería hipócrita. Predecir algo que no conozco ni puedo afirmar.
Yo creo que los más despiertos estamos aquí para vencer nuestras inquietudes. Me quiero topar con toda esa gente que tiene ganas de ir más allá, que no se conforma con las ideas que ya vienen estipuladas. Los incrédulos. Aquellos que no creen en nada, ni siquiera, en su propia existencia.
¿Y será entonces que a esta suerte de presente la desafía un futuro desconocido? ¿Destapará en algún momento el velo y responderá a mis preguntas?
La riqueza siempre ha estado en un único y certero lugar, que pocos logran alcanzar con el correr de los años. La riqueza no es más que mental.
De un principio a esta parte, sería crucial anunciar lo efímero que es el tiempo. Tan efímero que cuando para cuando termine este texto, probablemente, habré perdido varias oportunidades.
El desconocimiento es ese placer cruel. Esa puerta entreabierta, que invita sólo a unos pocos a conocer lo más hondo de la existencia. Si es que existe.
"No me pregunten quién soy ni me pidan que siga siendo el mismo" - Michel Foucault
https://www.youtube.com/watch?v=96d7u9tVIP0
Pero tampoco nos vamos a liquidar buscando respuestas a preguntas que muchos todavía ni siquiera pudieron formularse. Acá podemos meternos en el interesante mundo de las religiones que nos dan una suerte de sentido que sólo algunos pocos pueden y se animan a cuestionar. Los rebeldes, como me gusta llamarlos. En el buen sentido de la rebeldía que implica caos, cambio y por lo tanto, el nacimiento de nuevas ideas.
Como estas palabras que se desprenden sin ningún sentido y sin ninguna finalidad, algunos viven así. No digo que disfruten menos, eso sería hipócrita. Predecir algo que no conozco ni puedo afirmar.
Yo creo que los más despiertos estamos aquí para vencer nuestras inquietudes. Me quiero topar con toda esa gente que tiene ganas de ir más allá, que no se conforma con las ideas que ya vienen estipuladas. Los incrédulos. Aquellos que no creen en nada, ni siquiera, en su propia existencia.
¿Y será entonces que a esta suerte de presente la desafía un futuro desconocido? ¿Destapará en algún momento el velo y responderá a mis preguntas?
La riqueza siempre ha estado en un único y certero lugar, que pocos logran alcanzar con el correr de los años. La riqueza no es más que mental.
De un principio a esta parte, sería crucial anunciar lo efímero que es el tiempo. Tan efímero que cuando para cuando termine este texto, probablemente, habré perdido varias oportunidades.
El desconocimiento es ese placer cruel. Esa puerta entreabierta, que invita sólo a unos pocos a conocer lo más hondo de la existencia. Si es que existe.
"No me pregunten quién soy ni me pidan que siga siendo el mismo" - Michel Foucault
https://www.youtube.com/watch?v=96d7u9tVIP0
Etiquetas:
destino,
existencia,
identidad,
religión
jueves, 5 de marzo de 2015
Roqueros bonitos, educaditos
Lo que obtenemos de las instituciones educacionales con respecto a la vida, simplemente es el ciclo básico, resumido en nacer, crecer, desarrollarse, reproducirse y morir. Esa es toda la banal enseñanza que nos deja el colegio acerca de qué es la vida (en realidad lo explican en base a la vida de una célula pero, nosotros somos células así que la premisa sigue siendo verdadera, aunque valía la pena la aclaración).
La pregunta sería, entonces, qué nos deja la educación primaria y secundaria acerca de la vida y los conceptos éticos y morales más importantes. Para explicar la respuesta voy a tener que traer a colación un episodio que sucedió en el año 1999 en Columbine, una masacre en un colegio. Resumo la historia para aquellos que la desconozcan. Dos amigos, uno de ideales suicidas y el otro con algunas tendencias psicópatas asesinan y dejan heridos a varios alumnos. Lo primero que se piensa es que no estaban en su sano juicio. Y es cierto, digo.. un acto así es imposible de justificar.
Ahora, analizando un poco la situación y entrando en un cuestiones bastantes delicadas, habría que detenerse un minuto a pensar qué pasó por sus mentes y qué los llevo a cometer tal atrocidad.
No es difícil suponer, para ninguno de nosotros, que sufrieron de un acoso inhumano que no les dejó otra alternativa. Vuelvo a repetir, para los que crean que defiendo a estos dos asesinos, nada justifica sus actos, sólo estoy tratando de analizar su accionar.
De la intertextualidad traída, se deducen algunas preguntas: ¿Cuál es la finalidad de la educación secundaria? ¿Por qué en un lugar dónde supuestamente se enseñan valores, ocurren cosas como éstas?
Desde mi perspectiva, que puede ser completamente errónea pero es simplemente un pensamiento subjetivo creo que las instituciones están tratando de crear entes carentes de valores, que no piensen por sí mismos, ni tengan sus propios ideales. Nos han preparado para una vida que consiste en cumplir las necesidades básicas que, aplicadas a un humano serían, completar la secundaria, ir a la universidad y trabajar hasta el día que nos jubilemos, sin más.
Es aquí donde debo destacar la labor de algunos docentes que tratan de abrirnos la mente, que buscan otra cosa más allá, que su objetivo no es simplemente que repitamos lo que deben enseñar.
La conclusión seria, que la inteligencia jamás va a estar ligada a las instituciones educacionales de ahora y su manera de formarnos como entes preparados para la vida adulta.
"Nuestro defecto es aprender más por la escuela que por la vida" - Séneca
Etiquetas:
columbine,
educación,
inteligencia,
sistema
jueves, 26 de febrero de 2015
El lujo es vulgaridad
Los seres humanos vivimos pensando en todo eso que nos hace falta. Todo lo que desearíamos tener y no tenemos. Supongo que es la sociedad la que influye un poco en eso. La gente que tiene más cosas, parece mucho más feliz. Parece. Vivimos en un mundo imperfecto, donde el dinero y el poder son la base de la felicidad de la mayoría. Yo propongo que hoy pensemos en algo distinto. En primer lugar pensemos en las pequeñas acciones que logran sacarnos una sonrisa:
1) El abrazo de los viejos.
2) El festejo de mis mascotas al llegar a casa. No importa si llego de mal humor, si me olvidé de darles de comer, si no los saqué a pasear. Siempre es un festejo que carga de energía.
3) Las reuniones en familia. No hablo de esos cumpleaños donde hay cuarenta personas y frecuentas con diez. Digo, los momentos más íntimos. Donde te encontras plenamente en confianza. No hay lugar como casa.
4) Ayudar a alguien. Con este punto me pasa algo muy particular. Cada vez que hago algo por el otro, la recompensa termina siendo para mi. El sentimiento que me queda de que pude dejar mis cosas de lado para darle una mano a alguien en lo que necesite.
5) La calidez de la gente. Esos vecinos del barrio, que todos los días, a la misma hora pasas caminando y te saludan con una sonrisa.
6) Los abuelos. Sus comidas, sus anécdotas. Sus grandes experiencias que nos deleitan.
7) Amigos. En las buenas, pero sobretodo en las malas.
¿Cuánto dinero se necesita para esto? ¿Cuánto poder? Ninguno. No es una novedad que la belleza de las cosas está en su simplicidad pero hay tanta gente en el camino equivocado.
Y cuando creemos que tenemos todo mal, que las cosas no salen como queremos, que no nos pudimos comprar ese capricho que tenemos hace tiempo, que no podemos tener una casa con todos los lujos yo pregunto: ¿No valen más esas pequeñas acciones?
Todos nos quejamos, pero muchas veces nos olvidamos de las buenas cosas que nos llenan el alma. Cuanto más simples son.. mejor.
Sería hipócrita decir que no me quejo, o que no reniego con cosas que tienen que ver con una felicidad vacua. Después reflexiono y, no valen tanto la pena.
https://www.youtube.com/watch?v=4z2DtNW79sQ
1) El abrazo de los viejos.
2) El festejo de mis mascotas al llegar a casa. No importa si llego de mal humor, si me olvidé de darles de comer, si no los saqué a pasear. Siempre es un festejo que carga de energía.
3) Las reuniones en familia. No hablo de esos cumpleaños donde hay cuarenta personas y frecuentas con diez. Digo, los momentos más íntimos. Donde te encontras plenamente en confianza. No hay lugar como casa.
4) Ayudar a alguien. Con este punto me pasa algo muy particular. Cada vez que hago algo por el otro, la recompensa termina siendo para mi. El sentimiento que me queda de que pude dejar mis cosas de lado para darle una mano a alguien en lo que necesite.
5) La calidez de la gente. Esos vecinos del barrio, que todos los días, a la misma hora pasas caminando y te saludan con una sonrisa.
6) Los abuelos. Sus comidas, sus anécdotas. Sus grandes experiencias que nos deleitan.
7) Amigos. En las buenas, pero sobretodo en las malas.
¿Cuánto dinero se necesita para esto? ¿Cuánto poder? Ninguno. No es una novedad que la belleza de las cosas está en su simplicidad pero hay tanta gente en el camino equivocado.
Y cuando creemos que tenemos todo mal, que las cosas no salen como queremos, que no nos pudimos comprar ese capricho que tenemos hace tiempo, que no podemos tener una casa con todos los lujos yo pregunto: ¿No valen más esas pequeñas acciones?
Todos nos quejamos, pero muchas veces nos olvidamos de las buenas cosas que nos llenan el alma. Cuanto más simples son.. mejor.
Sería hipócrita decir que no me quejo, o que no reniego con cosas que tienen que ver con una felicidad vacua. Después reflexiono y, no valen tanto la pena.
"Nunca llegué a concebir que en la simpleza hubiera tanta belleza. Viajamos hacia lo simple por el camino de lo complejo. ¡Qué contradicción de términos para ti, y para mi, no siendo más que simples mortales!." - Sasha Bartel
https://www.youtube.com/watch?v=4z2DtNW79sQ
lunes, 23 de febrero de 2015
El principio es la mitad de todo
Si pudiéramos plasmar las cientas, de miles, de millones de ideas que pasan por nuestras mentes ¿seríamos todos genios o todo lo contrario? El primer paso de un lector aficionado es aceptar que no importa cuanto logre leer por día, nunca sabrá demasiado. Quizá porque saber todo es imposible. ¿Qué es entonces lo que nos ata? La certeza de que siempre podemos conocer un poco más.
Intrépidos entendedores.. ¡bienvenidos a la parte visible de mis pensamientos! Aunque debo decirles que no tengo título en nada. Simplemente soy una habladora a tiempo completo.
Esta bitácora invita al debate de política, filosofía, cine, literatura, música y cualquier cosa que se quiera decir o callar.
Habrán visto que debajo se encuentran las respuestas a el quién, el cuándo y el cómo de esta creación.
Faltaría una pregunta. ¿Por qué?
Y la respuesta es, porque puedo.
https://www.youtube.com/watch?v=VQH8ZTgna3Q
Intrépidos entendedores.. ¡bienvenidos a la parte visible de mis pensamientos! Aunque debo decirles que no tengo título en nada. Simplemente soy una habladora a tiempo completo.
Esta bitácora invita al debate de política, filosofía, cine, literatura, música y cualquier cosa que se quiera decir o callar.
Habrán visto que debajo se encuentran las respuestas a el quién, el cuándo y el cómo de esta creación.
Faltaría una pregunta. ¿Por qué?
Y la respuesta es, porque puedo.
https://www.youtube.com/watch?v=VQH8ZTgna3Q
Suscribirse a:
Entradas (Atom)